Una gema turquesa hecha de aguas claras y quietas, brilla en todo su esplendor esperando ser explorada por aquellos que se aventuran y deciden rodar aproximadamente 70 kilometros para caer ante el sutil encanto de la Laguna de Cristal, ubicada en las cercanías del bajo Yuna.

Comenzamos a desplazarnos desde Santiago hacia San Francisco de Macorís. El recorrido amerita un vehículo de tracción o todo terreno, pues algunas de las vías a transitar no están asfaltadas, de allí pasamos por Pimentel, Castillo, Abanico, Villa Riva, Barraquito, Paraguay   y finalmente Cristal, Parajes que denotan un pueblo humilde pero dispuesto a divertise con cosas simples.

La Laguna de Cristal también es accesible por la Carretera Internacional que atraviesa  Bayaguana y Monte Plata, si decides llegar por esta carretera un punto de referencia es el poblado Guaraguao.

El trayecto es un tanto accidentado, pero se compensa con la versatilidad del paisaje, entre Canales de Riego, montañas y grandes siembras de Arroz. Es común ver gente bañarse en las múltiples charcas que se forman.

El poblado de Cristal es pequeño y sencillo, pero cuenta con una de las más hermosas pertenencias de nuestra isla, una laguna a la que nombraron igual que el pueblo, sin embargo, me resulta más convincente el hecho de que hayan llamado al pueblo igual que la laguna pues esta formación de agua sin dudas es semejante a la luminosidad del cristal.

Cuentan los lugareños que en la profundidad de sus aguas se esconden grandes misterios, nadie ha podido tocar su fondo, nisiquiera buzos expertos que han intentado develar uno de sus tantos secretos, de igual modo el color generado en la superficie, de vez en cuando azul, de vez en cuando verde o una mezcla entre ambos, se suma a la cantidad de elementos que hacen de la Laguna de Cristal un reservorio espectacular y mágico.

Los más grandes buscan en su extención probar sus dotes de natación, pero son muy pocos los que tienen la capacidad física que les permita bordear o cruzar toda la laguna de una sola vez. los más chicos se deleitan felices colgándose de una soga que pende de la rama de un árbol ubicado en la orilla, lo que les permite mecerse y caer estrepitosamente.

La temperatura del agua varía según el punto exacto en que te encuentres, pero todos acuerdan que es agradable y fresca. Este lugar no es solo para bañistas, también es un lugar de esparcimiento para toda la familia y de igual forma se puede disfrutar de una siesta placentera en sus alrededores, el recorrido en una barca especial que te lleva a conocerla longitudinalmente o de algún cocina’o hecho al improvisar un fogón de piedras, actividad bastante arraigada en la cultura dominicana.

Contemplar el panorama general de la Laguna de Cristal es gratificante, los pulmones se llenan de aire puro y fresco y la belleza desplegada en el esplendor de sus aguas constituyen un inmenso placer que debes darte el gusto de sentir alguna vez.

Odenisse Peralta.